Poeta y basura

a

“En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que solo espera que regrese la vida”.

Mostrando entradas con la etiqueta Existencialismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Existencialismo. Mostrar todas las entradas

miércoles, 22 de junio de 2011

Diálogo II - Relación lenguaje/pensamiento

En estos días de escasez, elaboré mi segundo diálogo como práctica para una asignatura de "filosofía del lenguaje" en la Filología que inicié este año en la Universidad Complutense de Madrid. Había que escribir una historieta de ficción con un claro trasfondo de los problemas en la relación lenguaje-pensamiento. A los que os interese el tema de cómo funciona, os recomiendo que os leáis algún manual o las teorías resumidas de Wittgestein, Russell o Frege. Es muy, muy curioso. He aquí el texto:
a
a
Al ocaso, ahí estábamos, silentes, con la música de algún jamaicano pacifista de fondo, viendo cómo las nubes se tiraban los trastos unas a otras, inconscientes de que no éramos más que otro objeto terrenal que acabaría siendo pulido por el viento, dos sujetos dotados de una limitada inteligencia que, balanceándonos cada uno en su silla, triturando el extremo de una muestra de trigo con una dentadura que ya incluso a sí misma se despreciaba, observaban un horizonte que nunca sospechamos tan insondable.

- ¿En qué estás pensando? —pregunté, curioso y pícaro pero con algo de desdén.
- ¿Eh? —reaccionando torpemente— En nada… bueno, sí; en pensar.
- ¿Pero qué clase de respuesta es esa? —dije cabalgando una profunda carcajada.
- Mi maestro, en paz descanse, me dijo que el pensamiento no se expresa simplemente en palabras, sino que existe a través de ellas —explicó, rodeado de un aura de misterio.
- Siempre acabas volviéndome a sorprender, amigo.
- Pero es que… ¡es verdad! ¿Nunca te has parado a reflexionar sobre ello? Imagínate la concatenación de evoluciones que han de darse, el caótico orden que las tiene que desatar para que estemos tú y yo aquí ahora.
Y pensar, compañero, pensar. Creerás con esto que estoy loco, que soy raro o simplemente un filósofo con fondo homicida pero, ¿no sientes a veces como si hubiese una tormenta en la cabeza? Dime, ¿no lo sientes?
- Hombre, después de una buena resaca… lo que siento es un apocalipsis —respondí, en tono burlesco.
- ¡Venga, hombre! Recapacita un instante sobre ello, haz el favor —suplicó—. En mi opinión, estamos limitadísimos por un lenguaje precario, una lengua que adolece de la perfección necesaria para subir al mundo de las ideas, coger una, bajar e intentar plasmarla por escrito. Sin embargo, el resultado no es más que, por ejemplo, la metopa que un aficionado esculpe imitando al gran Fidias.
- Pero, ¿a ti qué mosca te ha picado hoy? ¿Por qué de repente tan… tan existencialista? Aunque, ya que sacas el tema, te diré que no estoy de acuerdo contigo: yo creo que la lengua que hablo sí es perfecta; es más, lógicamente perfecta —argumenté, interesándome por la conversación de mi amigo.
- No, querido, perfectos son los números. La lengua es más ambigua que Juana, la panadera, ¿recuerdas? Diciéndome que lo nuestro era verdadero y falso. Verdadero por la pasión, producto de la necesidad, que profesábamos pero falso por la falsedad del amor. ¡Pues lo mismo en lo que intento expresarte! —exaltado, como si acabase de descubrir una gran verdad— Aparentemente la lengua es perfecta, pero nosotros, a efectos prácticos, la hacemos ambigua y, consecuentemente, imperfecta.
- ¿Y eso que tiene que ver con lo que hablabas del pensamiento? Yo puedo expresar todo lo que quiera cuando quiera.
- Quizás, pero son proposiciones simples. En cuanto a las complejas, las complicadas, el lenguaje se antoja insuficiente para plasmar el pensamiento abstracto con la potencia con la que se gesta y nace en nuestras cabezas. El pensamiento se puede comparar a un nubarrón que arroja una lluvia de palabras; éste carece de límites pero, en cambio, el lenguaje sí.
- Sea como sea, creo que ningún hombre pondría palabra alguna por escrito si tuviera el valor de vivir lo que cree; o algo así dijo un tal Miller, Milosevic o no sé quién...
- Sí; y también dijo que la imaginación es la voz del atrevimiento. La imaginación, amigo mío, es nuestra herramienta más poderosa para colorear un mundo cada día más gris. ¿No te das cuenta?
- No, no demasiada.
- ¡Dios! Sabía que el día que repartieron la inteligencia llegaste tarde; pero no tan tarde… —me replicó, iracundo—. Añadiendo a nuestros pensamientos la dosis de imaginación adecuada, se nos abre un universo de infinitas posibilidades.
- ¿Ah, sí? No te creo.
- Tal es la necedad de gente que, como tú, alimenta actitudes indudablemente pesimistas y retrógradas. ¡Pero me es indiferente! Yo soy feliz; mas triste también. Y es la mezcla de la fortuna con la infortuna de saberme fortuito y finito que me vuelvo a topar con la inexpugnable barrera del lenguaje para expresarlo correctamente, lo cual me conduce a la ineludible desaprensión de la impotencia; impotencia no en el sentido que piensas, ya sabes que yo con Juana…
- Deberías hacértelo mirar; conozco un médico que…
- ¡IMBÉCIL! ¿Acaso te has parado a pensar en lo que piensas y en lo que finalmente acabas diciendo? Sé que dentro, muy dentro de ti, tienes inquietudes. Tienes que aprender a despertar, aunque solo sea de vez en cuando.
- ¡Pues sí! ¡Las tengo! —confesé— Pero me muestro reticente a compartirlas porque creí que se me tacharía de intelectual y pretencioso.
- ¡No tengas miedo, muchacho! ¿Qué hay de malo en ello? De necios abunda el mundo.
- Vale, lo agradezco. Cuéntame algo más de lo que crees de todo esto.
- Pues, para empezar, dentro de ti, todo ya está dado; yo lo veo como una comunicación prácticamente silenciosa de los pensamientos más complicados. No obstante, esto se halla trabado enormemente por el solipsismo.
- ¿Soli qué?
- Hay quien afirma que detrás de cada pensamiento existe una tendencia afectivo-volitiva que es la que lo origina y el solipsismo, en esa línea, nos dice que el mundo es nuestro mundo, ¿me explico?
- Más o menos…
- Quiero decir que el mundo de cada uno son sus vivencias y recuerdos. Sé que es abstracto, lo sé…
- Pero, volviendo a dónde empezamos, aún no me has dicho en qué pensabas exactamente.
- ¡Já! ¿Tan descaradas y evidentes eran mis falacias? Ruego me perdones; te infravaloré —exclamó, achinando los ojos, con cierta malicia.
- Perdonado. Ahora, responde.
- Pensaba… que la vida es una lenteja: ¡o la tomas, o la dejas!

Acto seguido, con un elegante y sutil movimiento, propinó la fuerza necesaria a una de las patas de mi silla que, como seguía erguida sobre solo dos, provocó que la gravedad, como acostumbra, se volviese a manifestar con la nefasta consecuencia de una caída sobre la misma hierba que, nunca tan asombrada, nos había escuchado con firme atención.

Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados

sábado, 19 de febrero de 2011

Diálogo I - Nicómaco y Anatoli (Dialog I - Nicomachus and Anatoli)

English version

Anatoli: But, master Nicomachus, what is the meaning of life, then?

Nicomachus: I said again and again, Anatoli, that the meaning of life is almost unfathomable and it is unwise to embrace certainties.

Anatoli: But I cannot live with such uncertainty! It would gnaw me in the inside until unstitch me and, moreover, it would always lurk the fear of not ever find it out.

Nicomachus: It's law.

Anatoli: Oh, yeah? I curse it! And who did enact it?

Nicomachus: The nature of the human condition. And there is no point getting angry. You are young and, in fact, you are remembering me with all that rebellion, the gleam in your threatening eyes, the wise forehead, the lean hands, the restless mouth and, first of all, the riot that breaks out inside you. Or am I wrong?

Anatoli: More or less.

Nicomachus: But is free, free. Gradually, you’ll begin to appreciate simple things, you’ll cast aside the emptiness and you’ll sculpt your own character even appreciating the old problems, which often locked the best teachings... until understanding that, what is important, is to enjoy the moment and to be as happy as possible.

Anatoli: Let me say that I can hardly believe it, in the same way that is just so inconceivable to me how most people ignore this issue. Are you not worried about being manipulated like puppets by Gods? To be an appendage of destiny? To be sons of a fortuitous accident?

Nicomachus: Anatoli, you shouldn’t consider the random designs responsible for your presence here. It’s very dangerous. Some people got mad.

Anatoli: And what about being swept away by the passing of the years?

Nicomachus: That’s very selfish.

Anatoli: What? To want to remain in memories? Please ... and who doesn’t want?

Nicomachus: Me, for example, I don’t need it.

Anatoli: Lie.

Nicomachus: Not a lie. You yearn for being remembered with fervor, but tell me, what will it brings? When you're dead, you don’t feel, don’t suffer, don’t want anything. The perception of time seems eternal, flat, multidirectional. There is something behind or not... who knows, my son, who knows.

Anatoli: I don’t know... It’s creepy to think that nothing makes sense, master. If whatever I do over the years is not remembered, it implies his absence, and that destroys me in life, do you understand? The best way to immortality is living in minds. And to lock up.

Nicomachus: That’s absolutely false, Anatoli.

Anatoli: I disagree, and my anger is far from abating. No! I refuse to accept the cruelty of our existence! Mere formalities? Passengers? Or, better yet, parasites? No, a thousand times no!
Nicomachus: Easy, easy. As my teacher, rest in peace, said, all pride, in the eyes of eternity, is nothing but dust. And you, now, more reckless than ever.

Anatoli: Oh my Zeus! Where’s the problem about wanting to avoid losing relatives? About holding a bubble of hope and encouragement? I know it's fragile! But that's all I got. I need an explanation, understand me, master!

Nicomachus: That's the secret, Anatoli, that there is nothing to understand and everything to accept. You accept yourself, accept a world, accept our way and seek to tread it well. Realize it and you'll be lucky to taste better everything you eat and drink, the nice winds and the angry ones, the pleasant smiles and the rocking of time. Of regretted people, the world is full, just look around.

Anatoli: Ah... they are all dead and they even don’t know it. Walking dead. Dead. Only a few holes for that much ash.

Nicomachus: Anatoli, enough! Open your eyes and ears, but open them wide and listen to what I say.

Anatoli: But...

Nicomachus: There are no buts! Mute your chaos and pay attention: the life, perhaps fiction, perhaps dream, is plagued of doubts and uncertainties. We are not more than the result of circumstances’ combination about which it’s useless to think, we walk with finite breath on the lands that feed us, we are many “I” throughout life, a chain that will dance on itself, eternal darkness, until...


Anatoli: Until when?

Nicomachus: Until the sickle’s whistle, when the curtain’s air turns down, mutters you a blues, between verses, whispering the sense.


Versión española

ANATOLI: Pero a ver, maestro Nicómaco, ¿cuál es el sentido de la vida, entonces?

NICÓMACO: Te lo he dicho una y otra vez, Anatoli, que el sentido de la vida es prácticamente inescrutable y no es sensato abrazarse a certeza alguna.

ANATOLI: ¡Pero yo no puedo vivir con semejante inseguridad! Me roería por dentro hasta descoserme y, además, siempre acecharía el miedo a no descubrirlo nunca.

NICÓMACO: Es ley.

ANATOLI: ¿Ah, sí? ¡Yo la maldigo! ¿Y quién la impuso?

NICÓMACO: La propia naturaleza de la condición humana. Y de nada sirve enojarse. Eres joven y, a decir verdad, me recuerdas a mí mismo con toda esa rebeldía, el brillo en tus ojos amenazantes, la frente sabia, las manos enjutas, la boca inquieta y, sobretodo, el motín que se desata en tu interior. ¿O me equivoco?

ANATOLI: Más o menos.

NICÓMACO: Pero es gratuito, totalmente gratuito. Paulatinamente, comenzarás a apreciar las cosas sencillas, desecharás las vacuidades y esculpirás el carácter incluso apreciando los problemas de antaño que, a menudo, encerraban las mejores enseñanzas… hasta comprender que lo importante es disfrutar del momento y ser lo más feliz posible.

ANATOLI: Permítame decirle que me cuesta creerlo, de la misma manera que me resulta inconcebible cómo la mayoría de la gente ignora este asunto. ¿No les preocupa ser manejados como títeres por los dioses? ¿Ser un apéndice más del destino? ¿Ser hijos de lo fortuito?

NICÓMACO: Anatoli, no deberías plantearte los designios azarosos responsables de tu presencia aquí. Eso es muy peligroso. Algunos enloquecieron.

ANATOLI: Y, ¿qué me dice en cuanto a ser barridos por el devenir de los años?

NICÓMACO: Que eso es muy egoísta.

ANATOLI: ¿El qué? ¿Querer permanecer en el recuerdo? Por favor… ¿y quién no lo quiere?

NICÓMACO: Yo, por ejemplo, no lo necesito.

ANATOLI: Mentira.

NICÓMACO: Verdad. Tú anhelas con fervor ser recordado; pero, dime, ¿qué te aportará? Cuando se está muerto, no se siente, no se padece, no se quiere. La percepción del tiempo se antoja eterna, plana, multidireccional. Que haya algo detrás o no… quién sabe, hijo mío, quién sabe.

ANATOLI: No sé… me aterra pensar que nada tenga sentido, maestro. Si lo que haga a lo largo de todos estos años no es recordado, implicará su inexistencia, y eso me destruye en vida, ¿lo entiende? La mejor forma de ser inmortal es viviendo en mentes. Y echar la llave.

NICÓMACO: Eso es totalmente falso, Anatoli.

ANATOLI: Discrepo, y mi cólera se halla lejos de amainar. ¡No! ¡Me niego a aceptar la crueldad de nuestra existencia! ¿Meros trámites? ¿Pasajeros? ¿O, mejor aún, parásitos? ¡Por las furias! ¡No y mil veces no!

NICÓMACO: Calma, calma. Como dijo mi maestro, en paz descanse, todo orgullo, a ojos de la eternidad, no es más que polvo. Y tú, ahora, más imprudente que nunca.

ANATOLI: ¡Por Zeus! ¿Tan malo es no querer perder a mis seres queridos? ¿Aferrarme a una burbuja de esperanza y aliento? ¡Ya sé que es frágil! Pero es todo lo que tengo. Necesito una explicación, ¡compréndame, maestro!

NICÓMACO: Ahí está el secreto, Anatoli, que no hay nada que comprender y todo que aceptar. Aceptarte tú, aceptar un mundo, aceptar nuestro camino y procurar andarlo bien. Percátate de ello y tendrás la suerte de saborear todo lo que comas y bebas, los vientos agradables y los enojados, las sonrisas gratas y el mecer del tiempo. De arrepentidos, el mundo está lleno, tan solo mira a tu alrededor.

ANATOLI: Ya… están todos muertos y ni siquiera lo saben. Andan muertos. Muertos. Escasos arriates para tanta ceniza.

NICÓMACO: ¡Anatoli, basta ya! Abre los ojos y las orejas, pero ábrelos bien y escucha atentamente lo que te voy a decir.

ANATOLI: Pero es que…

NICÓMACO: ¡Es que nada! Silencia tu caos y haz caso: esta vida, acaso ficción, acaso sueño, está plagada de dudas e incertezas. No somos más que el resultado de un cúmulo de circunstancias sobre el que es inútil reflexionar; erramos con un aliento finito por los predios que nos dan de comer; somos muchos “yos” a lo largo de la vida, una concatenación que seguirá bailando sobre sí misma, eterna sombra, hasta…

ANATOLI: ¿Hasta cuándo?

NICÓMACO: Hasta que el silbido de la hoz al bajar la cortina de aire te musite al oído un blues que, entre versos, bisbise el sentido.

Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados

viernes, 31 de diciembre de 2010

De instintos y destino

Instintos, corazonadas, impulsos, pálpitos y destino. La naturaleza del tiempo y sus agujas. Me lleva pasando toda la vida pero, percatándome de ello, hará un par de años. Con esta entrada pondré de manifiesto mi posición ante la pantanosa ciénaga por la que nuestros pies caminan.

Todos, en ciertas situaciones, desconociendo cómo, sentimos cómo algo dentro se desgarra empujándonos a una acción, exenta de razón alguna, desmotivada, pero nos sospechamos acertados. Ese impulso se convierte en un fuego arduamente vencible y, de repente, sucumbimos ante él. ¡Claro! ¿Por qué no? Personalmente, me encanta cerrar los ojos a una sociedad enferma por el materialismo y las formalidades y liberar al orangután que llevo dentro. Dar de espaldas a lo políticamente correcto, a traspasar las barreras de lo considerado anormal. Si quiero algo, lo hago. Si pienso algo, lo digo. Si siento la necesidad de eructar y peerme a los cuatro vientos, más a gusto que me quedo. Pero no sólo me refiero a ser como uno es ni al carácter humano. No. El punto importante es el por qué de la abrasadora fogata que nos pincha en el culete hasta hacer algo, carente de fundamento y argumento alguno. Pues, desde mi humilde parecer, estimo que si nos sentimos llamados a hacer algo es porque el destino (llamadlo férreo suceder, Dios, Buda, neandertalismo, conjurado acontecer, Cervantes o SGAE) así lo ha escrito. No somos más que líneas ya redactadas de un largo tratado llamado Humanidad. Resulta curioso que las cosas ocurran en determinados momentos. Demasiado curioso. Tanto, que no puede simplemente nacer de la curiosidad. Cuando me adentro en noches de humo, me divierto preguntando a desconocidos aparentemente superficiales “Oye tú, ¿casualidad o destino?”. Hablando de todo esto en el Bareto con el amigo Setas y Triple R, amamantamos la conclusión de que, estadísticamente, la probabilidad/posibilidad de que ocurran determinadas cosas es ínfima, tan desesperanzadora como que Zapatero dé buenas noticias. Estar ahí sentados ha sido un cúmulo de circunstancias, un, como yo lo llamo, baile de variables. Nuestras vidas están regidas por una suerte de inexactitudes que apenas logramos a concebir. Si aceptamos que la vida humana se rige por la razón, la posibilidad de vivir queda destruida. Un ejemplo: en primer lugar, somos hijos del orgasmo y, a ello, se le suman todas las variables que jugaron en la vida de nuestros progenitores; en segundo, para estar ahí hemos tenido que nacer en fechas cercanas, en decidir estudiar en Madrid, en ese Colegio Mayor, en pasar por novatadas para conocernos pero, sobre todo, en caernos bien y, tercero, millones de cosas como las acciones de antepasados lejanos, las guerras, los accidentes, las enfermedades, el dinero, el trabajo, los viajes, las experiencias, los gustos, las circunstancias de persona/tiempo/lugar y así millones de cosas que interceden hasta parir el producto: nosotros sentados en un bar barato. ¡Ah! Y que Antonio montase el Santa Elena cerquita de Ciudad Universitaria, por supuesto.

¿Por qué yo?
¿Por qué tú?
¿Por qué tú y yo ahora?
¿Por qué de repente cuesta tanto poder respirar?
Mareado, no ceso de dar vueltas en un cabaret lucífugo.

Decía Óscar Wilde en El retrato de Dorian Gray: “Porque el fin de la vida es el desarrollo personal para alcanzar plenamente la naturaleza de uno mismo. Para eso estamos aquí. Una persona debería vivir exteriormente su vida. Dar forma a todo sentimiento. Expresión a todo pensamiento. Realidad a todo sueño. Todo impulso que reprimimos anida en la mente envenenándonos. Sólo hay un modo de vencer la tentación: cediendo ante ella. Resístala y el alma enfermará con el ansia de las cosas que a sí misma se ha prohibido. No hay nada que pueda sanar el alma sino los sentidos. Del mismo modo que nada puede sanar los sentidos sino el alma”.


Efectivamente Señor Mayer, efectivamente.
*Recomendado para Igor, Steppenwolf y Leamsi

Nítsuga Sotso Anibor

(© Todos los derechos reservados)

martes, 21 de diciembre de 2010

Cabaret místico

Yo soy inmortal, sencillamente porque la muerte es sólo un concepto. Nada desaparece, todo cambia. Si acepto mis incesantes transformaciones, entro en la eternidad. Yo soy infinito porque mi cuerpo, mascarón de proa del universo, no termina en mi piel: se extiende sin límites. Yo lo sé todo porque no sólo soy mi intelecto sino también mi inconsciente, formado por la energía oscura que sostiene a los mundos, no soy sólo las diez células cerebrales que empleo cotidianamente, sino también los millones de neuronas que forman mi cerebro. Soy omnipotente cuando ceso de encerrarme como individuo y me identifico con la humanidad entera. Soy omnipresente porque, junto con todos los otros seres, formo parte de la unidad: lo que sucede, aunque sea en el lugar más lejano, me sucede. Soy increado porque antes de ser un organismo fui materia ígnea, antimateria, energía, vacuidad. Mi carne está formada por residuos de estrellas que tienen millones de años. Estoy en el cielo porque mi tierra es un navío que recorre un universo que a su vez recorre incontables otras dimensiones. Soy perfecto porque he domado mis egos haciendo que se unan a la perfección del cosmos. Yo soy todo porque soy al mismo tiempo yo y los otros.
Alejandro Jodorowski - Cabaret místico

viernes, 19 de noviembre de 2010

¿Es nuestra realidad la verdadera?

A colación con el tema expuesto ayer en clase y tras reparar seriamente en ello, he alcanzado la conclusión de que cualquier mortal con un ápice de inquietud existencialista no se habrá quedado indiferente ante la caja de pandora que destapamos. El pensamiento posmodernista desasosiega el sosiego: la realidad existe pero no la conocemos, siendo matizada por nuestra mente; sabemos que esto es así y aquello asá porque nos lo han dicho; vivimos sobre construcciones previas, un entramado de imposibles ecuaciones matemáticas que conforman el mundo tal y como lo percibimos. Quizá sea ésta una de las razones que dotan de estabilidad a la sociedad pero, ¿acaso no representa un férreo límite a la libre expansión de los instintos, de la imaginación, del espíritu? Sin embargo, tras repasar las afiladas máximas de esta corriente, la inseguridad en la que se ve inmerso el individuo es de tal magnitud que, al menos a un servidor, levanta dolor de cabeza. Nos hallamos en la más pantanosa de las ciénagas y, al menor descuido, podríamos vernos con barro hasta al cuello. Los que interpretan la realidad a su manera suelen ser tachados de locos mas, ¿cómo tan seguros nosotros de que es la nuestra la verdadera? ¿En qué momento prestamos consentimiento tácito, que luego nos conduce a la aceptación de ella y negación de las demás? ¡Neo, sálvanos!

Todo tiene cabida dentro del Postmodernismo, demasiada cabida, y, por ello, pregunto al aire, ¿qué pensáis vosotros?

Para finalizar, entre Radiohead y el tema tratado, las musas fueron arrastradas a mi madriguera, donde vomité los siguientes versos que a continuación comparto:

He muerto tantas veces
que los charcos se embeben de mi sombra los vestigios.

He creído vivir tantas veces
que de ilusión agonicé.

He crecido creyendo realidades con reglas ya dictadas.
He reído reconfigurándolas como un hidalgo en campos de la Mancha.

He sabido que la razón está desprestigiada,
que las verdades absolutas ya no andan por aquí.

Tantas veces he oído historias increíbles sobre lo que un día creí,
que ahora creo ser un creyente seguro de nada.
Nítsuga Sotso Anibor

viernes, 25 de junio de 2010

El séptimo sello

Bicolor filme sueco de 1957 en el que el caballero sir Antonious Block mantiene una partida de ajedrez con la muerte. La recomiendo encarecidamente a toda persona que tenga un mínimo de inquietud existencialista. Diálogo maestro en el que nuestro caballero se confiesa ante un hombre con aspecto de clérigo que resulta ser la propia muerte disfrazada:
— Quiero confesarme y no sé qué decir. Mi corazón está vacío. El vacío es como un espejo delante de mi rostro. Me veo a mí mismo y, al contemplarlo, siento un profundo desprecio de mi ser. Por mi indiferencia hacia los hombres y las cosas me he alejado de la sociedad en que viví. Ahora habito un mundo de fantasmas. Prisionero de fantasías y ensueños.
— Y, a pesar de todo, no quieres morir.
— Sí, sí quiero.
— Entonces, ¿a qué esperas?
— Deseo saber qué hay después.
— Buscas garantías.
— Llámalo como quieras. ¿Por qué la cruel imposibilidad de alcanzar a Dios con nuestros sentidos? ¿Por qué se nos esconde en una oscura nebulosa de promesas que no hemos oído y milagros que no hemos visto? Si desconfiamos una y otra vez de nosotros mismos, ¿cómo vamos a fiarnos de los creyentes? ¿Qué va a ser de los que queremos creer y no podemos? ¿Por qué no logro matar a Dios en mí? ¿Por qué sigue habitando en mi ser? ¿Por qué me acompaña humilde y sufrido, a pesar de mis maldiciones que pretenden eliminarlo de mi corazón? ¿Por qué sigue siendo una realidad que se burla de mí y de la que no me puedo librar? ¿Me oyes?
— Te oigo.
— Yo quiero entender, no creer. No debemos afirmar lo que no se logra demostrar. Quiero que Dios me tienda su mano, vuelva su rostro hacia mí y me hable.
— Él no habla.
— Clamo a él en las tinieblas y nadie contesta a mis clamores.
— Tal vez no haya nadie.
— Pero entonces la vida perdería todo su sentido. Nadie puede vivir mirando a la muerte y sabiendo que camina hacia la nada.
— La mayoría de los hombres no piensa en la muerte ni en la nada.
— Un día, llegan al borde de la vida y deben enfrentarse a las tinieblas.
— Sí, y cuando llegan...
— Calla, sé lo que vas a decir, que el miedo nos hace crear una imagen salvadora y esa imagen es lo que llamamos Dios.
— ¿Te estás preocupando?
— Hoy ha venido a buscarme la muerte, estamos jugando una partida de ajedrez, es una prórroga que me da la oportunidad de hacer algo importante.
— ¿Qué piensas hacer?
— He gastado mi vida en diversiones, viajes, charlas sin sentido. Mi vida ha sido un continuo absurdo. Creo que me arrepiento, ¡fui un necio! En esta hora siento amargura por el tiempo perdido, aunque sé que la vida de casi todos los hombres corren por los mismos cauces. Por eso quiero emplear esta prórroga en una acción única que me dé la paz.
— Por eso juegas al ajedrez con la muerte.
— Emplea una táctica muy hábil pero todavía no he perdido ni una sola de mis piezas.
— ¿Y supones que podrás engañar a la muerte con tu juego?
— Gracias a una combinación de alfiles y caballos que aún no me ha descubierto. Una jugada más y le arrebataré la reina.
— Lo tendré en cuenta.
— Me has traicionado, tratas de engañarme pero cuando nos enfrentemos de nuevo yo encontraré una salida.
El séptimo sello

sábado, 12 de junio de 2010

El Rey Lagarto

Leones en la calle y vagando
perros en celo, rabiosos y llenos de espuma.
Una bestia enjaulada en el corazón de la ciudad.
El cuerpo de su madre
pudriéndose en el suelo en verano.

Él huyó de la ciudad,
fue hacia el sur y cruzó la orilla.
Dejó el caos y el desorden,
les dio la espalda.

Una mañana él despertó en un hotel verde
con una extraña criatura gimiendo a su lado.

El sudor escurrió desde su frente brillante.
¿Están todos?

La ceremonia está a punto de comenzar
¡Despierten!
¿No puedes recordar dónde fue?
¿Ha parado este sueño?

La serpiente era pálida,
satinada y encogida.
Teníamos miedo de tocarla.
Las sábanas eran ardientes prisiones muertas
y ella estaba a mi lado
vieja, ella no es... joven.
Su oscuro pelo rojizo,
su suave piel blanca.

Ahora, corre al espejo del baño.
¡Mira!
No puedo vivir a través de cada siglo de sus lentos movimientos.
Dejé mi mejilla resbalar hacia abajo
al agradable y suave azulejo.
Siento bien la fría mordedura en la sangre,
el suave silbido de las serpientes en la lluvia.

Una vez tuve un jueguito,
me gustaba cómo se arrastraba en mi cerebro.
Creo que sabes del juego del que hablo.
Hablo del juego llamado "Volverse loco".

Ahora deberías tratar de jugarlo.
Solo cierra tus ojos, olvida tu nombre.
Olvida al mundo, olvida la gente,
y erigiremos una torre distinta.

Este jueguito es divertido.
Solo cierra tus ojos, no hay manera de perder.
Estoy aquí, también voy a jugar.
Relájate, estamos abriéndonos paso.

Retrocedamos a lo más profundo del cerebro,
regresemos a donde nunca hubo dolor.
Y la lluvia cae suavemente en la ciudad
y en el laberinto de arroyos.
Abajo, la quieta presencia sobrenatural
de los nerviosos habitantes de las apacibles colinas alrededor
abundan reptiles,
fósiles, cuevas y cumbres frías.

Cada casa repite un molde
con ventanas laminadas
un carro con bestias encerradas en la mañana.
Todos duermen ahora.
Alfombras silenciosas, espejos vacíos,
polvo ciego bajo las camas de las parejas legítimas
envueltas en sábanas.
Sus hijas presumidas
con ojos de semen en sus pezones.

Espera....
Ha habido un sacrificio aquí.

(No pares de hablar o ver alrededor,
tus guantes y abanico están en el piso.
Estamos saliendo de la ciudad,
nos escaparemos
y quiero que tú vengas conmigo).

No toques la tierra.
No veas el Sol.
No hay nada más que hacer que
huir, huir, huir.
Huyamos.

Una casa sobre la colina.
La Luna descansa tranquila.
Las sombras de los árboles
son testigos de la salvaje brisa.
Vamos nena huye conmigo.
Huyamos.

Huye conmigo.
Huye conmigo.
Huye conmigo.
Huyamos.

La mansión es cálida en lo alto de la colina.
Las habitaciones son lujosas y confortables.
Rojos los brazos de los lujosos sillones
y no sabrás nada hasta que estés adentro.

El cadáver del Presidente en el carro del chófer,
el motor corre con cola y alquitrán.
Ven, no vamos muy lejos,
al Este a conocer al Zar.

Algunos bandidos vivían en la orilla del lago.
La hija del ministro está enamorada de la serpiente
que vive en un pozo junto a la carretera
¡Despierta niña! Casi estamos en casa.

Sol, Sol, Sol.
Arde, arde, arde.
Pronto, pronto, pronto.
Luna, Luna, Luna.
Te alcanzaré.
¡Pronto! ¡Pronto! ¡Pronto!

Deja las campanas sonar,
deja a la serpiente cantar.
Deja todo.

Hemos bajado
por ríos y autopistas.
Hemos bajado
por bosques y cascadas.

Hemos bajado
de un fénix esclavizado
y puedo decirte
los nombres del reino.
Puedo decirte
las cosas que sabes
escuchando un puñado de silencio,
escalando valles en oscuridad.

Soy el Rey Lagarto
y puedo hacer lo que quiera.

 
Puedo hacer que la tierra pare en su pista,
hacer que los carros azules se vayan.

Por siete años habité
en el perdido Palacio del Exilio,
jugando extraños juegos
con las chicas de la Isla.

Ahora regreso de nuevo
a la isla del justo, del fuerte y el sensato.

Hermanos y hermanas del pálido bosque
o hijos de la noche.
¿Quién de ustedes se unirá a la caza?

Ahora la noche llega con su legión púrpura.
Regresen a sus tiendas y a sus sueños,
mañana entraremos a la ciudad donde nací.
Quiero estar listo.

a
Jim Morrison - Celebration of the Lizard

miércoles, 17 de marzo de 2010

Anti-realismo

Habría sido lo primero que hubieras notado. En el infierno hace calor y eso, ¡no hay nadie que lo ponga en duda! No estuviste en el infierno… como mucho estuviste en el purgatorio. El purgatorio es un pequeño desvío de camino al paraíso. Es diferente para todo el mundo. Sumas todos tus pecados mortales y multiplicas el número por cincuenta, luego sumas todos tus pecados veniales y los multiplicas por veinticinco, sumas las dos cifras y esa es tu sentencia. Yo me figuro que tendré que pasar unos seis mil años antes de que me acepten en el cielo. Y seis mil años… ¡no es nada en términos de eternidad! Puedo pasarlos haciendo el pino, son un par de días de aquí.
Los Soprano

viernes, 12 de marzo de 2010

Miguel Delibes, santo inocente

Yo entiendo que la medicina ha prolongado nuestra vida, pero no nos ha facilitado una buena razón para seguir viviendo. Hasta ahora nuestra vida se ha alargado para poder quejarnos más tiempo de la artritis, la sordera y el lumbago. Para poco más. Me horrorizan los quejicas que pretenden hacer de sus males el eje del mundo. La artritis reumatoide no es una broma, claro, pero ¿qué puedo hacer? Aguanto y soporto los días, uno tras otro, todos iguales. No deseo más tiempo; doy mi vida por vivida. No existe la felicidad. A lo largo de la vida hay briznas de dicha que se deshacen como las pompas de jabón. Yo soy triste.
Miguel Delibes

martes, 23 de febrero de 2010

You've got to find what you love

No one wants to die. Even people who want to go to heaven don't want to die to get there. And yet death is the destination we all share. No one has ever escaped it. And that is as it should be, because Death is very likely the single best invention of Life. It is Life's change agent. It clears out the old to make way for the new. Right now the new is you, but someday not too long from now, you will gradually become the old and be cleared away. Sorry to be so dramatic, but it is quite true.
Your time is limited, so don't waste it living someone else's life. Don't be trapped by dogma — which is living with the results of other people's thinking. Don't let the noise of others' opinions drown out your own inner voice. And most important, have the courage to follow your heart and intuition. They somehow already know what you truly want to become. Everything else is secondary.

Steve Jobs (You've got to find what you love)

viernes, 5 de febrero de 2010

5 de febrero

Hoy es mi cumpleaños y nadie lo sabe. Es curioso cómo, con el devenir de los años, he acabado odiando la señalada fecha que antaño tan ansioso aguardaba. Sobre estas horas, un 5 de febrero, veinte años ha, me abría paso con considerable mata de pelo y llanto ensordecedor a través del cálido útero de mi progenitora. A partir de ahí, trescientos sesenta y cincos tras tres cientos sesenta y cincos, ese bebé insoportable fue creciendo hasta convertirse en lo que es hoy: un camaleón que, además, en la cama es un león. Sin embargo, esta situación produce insólitos efectos en mi ser. Cruzando calles y avenidas, nadie sospecha que sumo dos décadas pero, ¿cómo sé yo si ellos también lo hacen? El desconocimiento de vidas me abruma.

Se le atribuye dicha y ventura a un cuadradito en el calendario, una equis que convierte un día ordinario en especial y, a mi parecer, es una mera obligación sin réplica a estar alegre. ¿Por qué? ¿Por qué cojones tengo que estar contento sí o sí? Pues no, ¡a la mierda! El embrionario pensamiento que me surgió hace ya, ha germinado conduciéndome a la decantación de oponerme drásticamente al régimen absolutista de la felicidad. ¿Acaso no radica en ello la rebeldía? Intentaré ser feliz todos los días de mi vida menos en los que me obliguen, como en Navidad. Y así lo prefiero, que unos cuantos me guarden el secreto y, para los demás, que permanezca ajeno. Asimismo, cumplir años no es más que el recordatorio temporal de nuestra existencia. Como si el descarnado Cronos, con hoz en mano, nos soltase un “¡Eh, chaval! Que esto no es para siempre”. Me declaro partícipe de la idea de lo frustrante de cumplir años en la tercera edad. Estoy seguro de que se preguntarán “¿Será éste el último?” Ciertamente, si escribo esto con veinte tirones de orejas, cuando llegue el momento del medio siglo, no me quedará más remedio que dar un golpe de Estado o convocar una manifestación en aras de derrocar a la ufanidad, ejerciendo legítimamente mi derecho de reunión, a tenor del art. 21 de la Constitución Española de 1978.

Agustín Ostos Robina

sábado, 30 de enero de 2010

Quebrantaideas

Hay aproximadamente siete millones de personas en este planeta. Cada uno de ellos es único y diferente. ¿Cuáles son las posibilidades de que eso pase, y por qué? ¿Es simple biología y fisiología las que determinan esta variedad? Una colección de pensamientos y memorias, experiencias que nos hacen ser especial. ¿O hay algo más que eso? Tal vez exista un plan mayor. ¿Quién coordina la aleatoriedad de la creación? Algo misterioso que reside en el alma y se presenta a cada uno de nosotros como un conjunto de desafíos únicos y que nos ayudará a descubrir quiénes somos realmente.

Estamos todos conectados, unidos por una tela invisible, infinita en su potencial, pero frágil en su estructura. Aún así, estamos conectados. Somos meros individuos; recipientes vacíos listos para ser llenados con infinitas posibilidades; una variedad de pensamientos, creencias; una colección de recuerdos y experiencias desordenadas… ¿puedo ser yo sin esto? ¿Puedes tú ser tú? Y si esa tela invisible que nos une quebrara, acabara… ¿entonces qué? ¿Qué sería de billones de almas solitarias y desconectadas? Aquí radica el mayor desafío de nuestras vidas: Descubrir, Conectar, Resistir. Cuando nuestros corazones sean puros y nuestros pensamientos sanos, seremos realmente capaces de reparar nuestro frágil mundo y crear un universo de infinitas posibilidades.
a
Héroes
a
a

jueves, 28 de enero de 2010

Cada vez más próximo

Ningún poder de la tierra podrá arrancarte lo que has vivido”. Esa afirmación abarca a cualquier cosa de nuestra existencia, no sólo a las vivencias profundas: los pensamientos, lo sufrimientos, las acciones… Nada se ha perdido, aunque pertenezca al pasado, porque nosotros lo hemos abierto al ser, y haber sido es también una forma de ser, quizá la forma más segura de ser.
Víktor Frankl (El hombre en busca de sentido)


domingo, 20 de diciembre de 2009

Autorretrato

Porque el fin de la vida es el desarrollo personal para alcanzar plenamente la naturaleza de uno mismo. Para eso estamos aquí. Una persona debería vivir exteriormente su vida. Dar forma a todo sentimiento. Expresión a todo pensamiento. Realidad a todo sueño. Todo impulso que reprimimos anida en la mente envenenándonos. Sólo hay un modo de vencer la tentación: cediendo ante ella. Resístala y el alma enfermará con el ansia de las cosas que a sí misma se ha prohibido. No hay nada que pueda sanar el alma sino los sentidos. Del mismo modo que nada puede sanar los sentidos sino el alma.
a
Oscar Wilde (El retrato de Dorian Gray)
a

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Así hablé

Es necesario llevar en sí mismo un caos para poner en el mundo una estrella danzante.
Nietzsche

El viaje íntimo de la locura