Poeta y basura

a

“En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que solo espera que regrese la vida”.

viernes, 27 de enero de 2012

Alesio

Con el vídeo del enlace que os pongo he ido al teatro desde mi ordenador. Se trata de una divertida comedia de enredo ambientada en el Siglo de Oro español. Alesio es un fanfarrón y pinturero cómico napolitano que llega a Sevilla en 1620 buscando fortuna junto a su criado Tritón. En la ciudad está teniendo lugar un afamado concurso de cómicos.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/estudio-1/estudio-1-alesio/526953/

miércoles, 25 de enero de 2012

Vuelo perezoso de poeta

Con el rostro alicaído de Einstein
en el corcho de mi cuarto,
pienso que mi vida es mía
y que es mejor ensuciarse que morir
calzado.

Ni en el firmamento mil lunas
como tampoco aquí farolas
imitando estrellas, anunciarán el suelo
de mi siguiente paso.

Los poetas somos libres
para llenar nuestros pulmones
de alientos soleados, de versos de colores,
¡y tan felices en la tormenta y en el barro!

Déjame jugar
en mi cenagal de pianos encorvados,
donde cada tecla es una nota y cada nota
una lengua de estropajo.

Igual que temen las bajas flores
perecer entre el oleaje de la hierba,
quisiera yo –corazón todo– echar alitas
y salir volando.

Mira cuántos
vivieron y ni se enteraron:
por ello me despierto
con mordiscos en los ojos
y la vida huyendo entre mis manos.

Y aunque a menudo no sepa bien quién soy,
tranquilo yo por guardarme fiel.



Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados

martes, 24 de enero de 2012

Let's colour project

Hace poco, he descubierto un proyecto increíble, de esas cosas que te hacen enorgullecerte de la especie humana. Se trata de Let's Colour Project y no hacen, ni más ni menos, que lo que su propio eslogan indica: "Adding colour to people's lives", es decir, van recolectando pintura y pintando. Es increíble. Dejo un vídeo y la página web.



sábado, 21 de enero de 2012

Sol de invierno

Bajó la persiana el cielo
y azul, ¡tan azul!,
dejó en el mar su beso.

Como abraza la nieve
al agua,
derritiéndose en sus huesos,
llegó a mi ventana el alba
con peineta larga de luceros.

Sopló embravecido el viento
de secretos esparcidos
y guiñando el ojo
al sol de invierno
se recostó en su retiro

por los campos.

¡Y no fueron dos,
sino mil los años! Que
croaron las montañas
a la tierra adormecida.

Serán las flores amarillas…
quizás el tiempo, o a lo mejor el llanto,
los que nos lleven de la mano
a la charca nuestra que es la vida.


Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados

jueves, 19 de enero de 2012

"The Black Hole", grandioso cortometraje

Uno de los objetivos de cualquier persona que tontee con el mundo audiovisual es transmitir mucho en poco tiempo. Mi padre me mandó hace unos días este cortometraje en el que la codicia acaba rompiendo el saco: un oficinista nocturno medio deprimido hace fotocopias y, de repente, le sale una con un agujero negro que, misteriosamente, le permite introducir la mano atravesando cualquier superficie y, cómo no, tiene una gran idea.

De los mejores que he visto. Una idea sencilla con un suave elemento surrealista que ofrece como resultado una buena reacción del espectador. ¿Quién quiere palabras teniendo imágenes? A más de un político le encantaría hacerse de uno de estos agujeros.

domingo, 8 de enero de 2012

Sombra triste de sauce

A José María Torrijos, Gran Dux en tiempos difíciles

Con miedo joven
como el de sentir la muerte,
se desperezan los charcos tras la resaca de la noche,
amilanándose en su cuna de tierra sucia,
calentando la esperanza de no secarse.

A quien abriga el relente del camino
le seguirán las llamas a su tumba
porque no puede pisarse sin ser pisado
ni florecer la jungla sin sol ni lluvia.

Qué será de los cuerpos en ceniza,
¿a cuánta gente habré respirado?
No se es más si no se ha sido antes,
antes no se fue si no se soñó con fuerza.

“¡Tantos secretos hallé oteando las estrellas!”,
bisbisó el sauce digno,
mas el bosque aguardó silente:
tal el vértigo del hombre sabio.


¡Embebed el viento y cantad los años!
Que se nutra la tierra de nosotros mismos;
pues aun si fuese cierto que el no-nato nunca fue,

yo vi algún que otro hueco,
asientos vacíos
y hasta besos fiados.


Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados

sábado, 7 de enero de 2012

Anuncio prohibido de la XBox

Me ha llamado mucho la atención este anuncio de la XBox en el que lo que parece una estación, la gente comienza a dispararse con los dedos. Fue prohibida su puesta en Televisión y, a pesar de eso, muchos niños lo imitaron en las escuelas. En España, probablemente no habría pasado nada pero, en EEUU, seguro que algún perturbado se motivaría y empezaría a disparar de verdad.

Me planteo lo siguiente: ¿no da casi más publicidad un anuncio prohibido que uno que no lo está? Ay, me pregunto qué diría al respecto Lord Henry a Lord Gray...

viernes, 6 de enero de 2012

Lento magma

Como el fuego, como volcanes heridos,
desde los riscos de otros cielos
o más allá de luz robada,
aleteó tres veces el jaloque adormecido.
Pregonando cabelleras de falso terciopelo,
trajo el ponto su secreto azul
aquel día en que rabió la niebla.
Por cada camino blanco, cada senda negra,
hay mil rufianes de daga carmesí
y dragones que atesoran ébano.
El rumor constante, pasajero, –quizás dudo–,
cosido en piruetas navajeras,
fue semejante al despertar frío.
Por eso, con el rostro huidizo, errante,
huye toda estrella de su reflejo esquivo;
así, suelen cantar y correr, correr y festejar
las vidas en las que ya no vivo.


Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados

jueves, 5 de enero de 2012

"Sobre eduación", de Pablo Vega

Hoy traigo a colación el artículo de mi compañero y amigo filósofo Pablo Vega. De modo apasionante, describe su opinión, a grosso modo, sobre una realidad social y, más concretamente, sobre otra realidad más tangible dentro del Colegio Mayor donde vivimos (yo ya cuatro años). Lo pongo en El Viaje porque me llamó la atención que plasmase en palabras algo que llevaba ya pensando varios meses. Quien se haya visto inmerso en una situación de convivencia de tal índole, lo captará a la perfección. Gracias, Pablo.

Hace poco leí la expresión “comer educadamente”, expresión que, en un principio, todo hijo e hija de vecina entiende. Se supone que, ya que somos humanos, sería bueno que comiésemos con educación, es decir, sin armar mucho escándalo, sentados, y por qué no, nos limpiásemos, entre bocado y bocado, la comisura interlabial con servilleta y dos dedos, así, como con mucha galantería. Y no es malo. Insisto: no es malo. Pero existe un terrible peligro que nos acecha, a mí y a todos: encorsetarnos en una serie de normas, de gestos, de actitudes externas, para parecer algo que realmente no somos. Así, digo que es malo cuando la forma sustituye al fondo, cuando se pierde el fondo de vista. Se supone que hemos adoptado una serie de gestos, de actitudes, de convenciones sobre el buen comer, sobre el buen saludar, sobre el buen vestir. Ahora bien, ¿se puede comer educadamente, cumplir todas las normas de protocolo, y ser un perfecto animal? Sí, se puede. Uno puede estar sentado en la mesa delante de un sujeto que cumpla con todas estas normas externas, y que, sin embargo, sea una auténtica bestia parda, un perfecto australopithecus, una perfecta planta.

Creo que sería bueno, nos humanizaría, que al comer, o al hablar, o al andar, o en cualquier situación cotidiana, de vez en cuando, alguien le diera por cantar, o pegar un grito, cuando fuese, o comer sentados, o de cuclillas, o lanzarnos el pan de vez en cuando, o hacer una jarrada. Y digo que sería bueno no porque en sí mismas me parezcan actitudes dignas de alabar, o muestras de la más alta racionalidad, sino porque sería la muestra de que, en efecto, somos humanos (seres con instintos, pasión y razón),  muestra de que, por lo menos, hemos superado el reino vegetal. Así, una jarrada de vez en cuando podría despertar a muchos de su letargo vegetal –si es que lo tienen- o, en fin, despertar en otros esa pizca de pasión necesaria para afrontar el resto del día. Se trata, sencillamente, de algo que nos despierte de la rutina, esa rueda con potencial deshumanizador de acciones programadas.

Somos herederos de una educación basada en la opresión, en la norma, en la prohibición y en el principio de “acción-reacción”: no te sabes la tabla de multiplicar, vara; no sabes distinguir un lexema de un morfema, coca. -¿Pero por qué estoy castigado sin salir? -Porque sí, porque lo dice tu padre y punto. Se trata de un mecanismo basado en la guía por evitación, en que esto no se hace porque lo digo yo y punto. El famoso principio de autoridad, que algunos pretenden ahora recuperar, aunque, recuerdo, la autoridad no se impone como la
potestas: la autoridad se gana con el ejemplo, con la persona. Así, una persona que tiene autoridad, si de verdad la tiene, no debería prohibir o castigar, o imponer normas; la sola autoridad le bastaría. Es otra tergiversación de lo que conocemos como “autoritario”.

Puede que haya parte de razón en las normas; que el esfuerzo sea necesario en todo proceso de aprendizaje; que la letra, a veces, con sangre entra; que una coca bien dada, en su momento, pueda ser hasta buena; que parece mejor, más de humanos, comer sentados que en el suelo, pero no hay que olvidar el motor, el origen y catalizador de lo que hacemos, y por qué lo hacemos. Buscar el sentido de las cosas, de las normas, y más que promover actitudes mediante normas, promover aquello que ha permitido surgir la norma. Si lo que quiero es humanizar la comida, deberé promover humanidad entre mis comensales, si lo que quiero es que mis alumnos atiendan en clase, deberé buscar las vías para captar su atención, más que mandar callar o expulsar a todo aquel que hable.

Por suerte, esta educación con mucha tradición está cambiando, pero no debemos olvidar nuestro pasado; ser conscientes de ello para poder cambiarlo, hoy.

Así, pienso que la educación (para los lantinajoadictos, de “educere”: guiar, conducir) debe basarse en un mostrar actitudes vitales, positivas, en alentar en aquello que creemos digno de ser seguido. Se trata de ayudar, favorecer, animar, sea con el ejemplo o con palabras, la búsqueda de un objetivo, de canalizar las vidas en busca de ese objetivo, de promover ese objetivo con pasión. De lo contrario, estamos creando seres autómatas, que únicamente se guíen por evitación: por cosas que no se deben hacer, por cosas prohibidas. Se me ocurre otro ejemplo gráfico que quizás me ayude a explicarme: coger a una persona y, en vez de mostrarle el lugar a dónde creemos que debe dirigirse, le coloquemos una venda y, cada vez que se salga de la senda, soltarle un bofetón para que vuelva al camino. Más efectivo sería quitarle la venda y decirle: ¡allí! Claro que cuenta con el riesgo de perderse, pero será él el que se pierda, y él el que deba encontrarse. Se equivocarán, nos equivocaremos, pero habremos sido nosotros los que nos habremos equivocado.

Intuición, pasión, aspirar a cosas grandes. La mayor parte de personas que niegan este tipo de cosas, estas actitudes, y promueven normas basadas en prohibiciones, no hacen sino proyectar sobre los demás la experiencia de sus propias vidas: frustración, y así, en busca de control, o como mecanismo de poder, normalmente, encorsetan y martirizan a los de su alrededor con prohibiciones, órdenes y mandatos imperativos. Gente intolerante, por lo demás, pues a los primeros que no toleran son a ellos mismos. 

Quien se soporta, soporta.

Pablo Vega, artículo para la Revista "La Chicharra del Jaime", 2011.

domingo, 1 de enero de 2012

El viejo o Ernest Hemingway

Dormía el capitán
ofendiendo a los muros de la noche galopante.
Su voz bermeja descansaba
por encima de las espigas noqueadas,
a la espera de ser remolcado por el viento.
Mecido en las estepas de su cuna,
espantando los sueños ocres del ayer,
de repente, se sonrió chupándose
el dedo gordo como un niño,
floreciendo el arrebol en los cielos,
dejando atrás la tormenta del camino.
Igual que se calan en días de lluvia
los espíritus, encalla el sosiego
del que en cada albor se siente renacer.
Quizás para el capitán
la furia del mar fuese necesaria
para no olvidar que hasta el arrecife más afónico
esconde algún coral.


Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados

El viaje íntimo de la locura