Con el rostro alicaído de Einstein
en el corcho de mi cuarto,
pienso que mi vida es mía
y que es mejor ensuciarse que morir
calzado.
Ni en el firmamento mil lunas
como tampoco aquí farolas
imitando estrellas, anunciarán el suelo
de mi siguiente paso.
Los poetas somos libres
para llenar nuestros pulmones
de alientos soleados, de versos de colores,
¡y tan felices en la tormenta y en el barro!
Déjame jugar
en mi cenagal de pianos encorvados,
donde cada tecla es una nota y cada nota
una lengua de estropajo.
Igual que temen las bajas flores
perecer entre el oleaje de la hierba,
quisiera yo –corazón todo– echar alitas
y salir volando.
Mira cuántos
vivieron y ni se enteraron:
por ello me despierto
con mordiscos en los ojos
y la vida huyendo entre mis manos.
Y aunque a menudo no sepa bien quién soy,
tranquilo yo por guardarme fiel.
Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados
Poeta y basura
a
“En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que solo espera que regrese la vida”.
miércoles, 25 de enero de 2012
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Si no sabes quien eres ya te lo digo yo: Un poeta como la copa de un pino! xD
ResponderEliminarBesos.
Abre los ojos, pero nadie te garantiza que lo que vayas a ver sea de tu agrado. Algún día me lo cuentas, yo estoy en el país de los sonámbulos.
ResponderEliminarUn saludo.. ¿Sotso?
Coño, Agustín, rabioso poema que se aferra, qué digo, que muerde esto que es vivir. Me ha encantado y me ha puesto las pilas como una de aquellas canciones que, sin razón, que inflaman.
ResponderEliminarSe me hace difícil hablar en caliente, la imagen de las flores y el prado. Los que no se enteraron, la tormenta y el barro. El que me ha girado felizmente la testa es el cenegal de pianos encorvados.
Abriendo brecha, sí.
A los tres,
ResponderEliminarquemarse a lo bonzo con una canción, película, obra de arte o poema es lo que nos hace falta para, con el fuego deshaciendo nuestra piel, tomar consciencia de la marea.