Poeta y basura

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“En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que solo espera que regrese la vida”.

domingo, 27 de diciembre de 2009

La sombra del hombre

A mi amigo Gabriel,
que sabía que la poesía es un piano,
pero ignoraba la tristeza de los mancos.
Es una sombra, solo una sombra.
Negra esclava que me acompaña, siempre.
Una extraña a popa.
Peculiar ente, atado a suelas, indiferente a lo existente.
Mírola, mírame. ¿Quién eres?
Me desconcierta su tez pigmentada con toda la gama gris.
Destilas soledad, soledad honda.
En recovecos de estriadas piedras te cobijas para huir,
camuflada con sombrero en umbral ensombrecido rogando dispensa para morir.
Mas la sombra no halla escondite, siendo yo el dictador de sus tiempos existenciales.
Esposada a mis pies, condenada a vagar por melancólicas calles.
Una sombra solo, solo una sombra.
Arresto eterno. Cólico de destierro.
Descóseme ya y deja que pulule libre.
Firmado, la sombra del hombre
Nítsuga Sotso Anibor

domingo, 20 de diciembre de 2009

Autorretrato

Porque el fin de la vida es el desarrollo personal para alcanzar plenamente la naturaleza de uno mismo. Para eso estamos aquí. Una persona debería vivir exteriormente su vida. Dar forma a todo sentimiento. Expresión a todo pensamiento. Realidad a todo sueño. Todo impulso que reprimimos anida en la mente envenenándonos. Sólo hay un modo de vencer la tentación: cediendo ante ella. Resístala y el alma enfermará con el ansia de las cosas que a sí misma se ha prohibido. No hay nada que pueda sanar el alma sino los sentidos. Del mismo modo que nada puede sanar los sentidos sino el alma.
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Oscar Wilde (El retrato de Dorian Gray)
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viernes, 11 de diciembre de 2009

Seducido y abducido

Me seducen las mentes. Me seduce la inteligencia. Me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve que vale la pena conocer. Conocer. Poseer. Dominar. Admirar. La mente, Hache, yo hago el amor con las mentes. Hay que follarse a las mentes.
Martín Hache

martes, 8 de diciembre de 2009

Tres puertas

Pasa la nube inmensa; toda suya... todo suyo.
Huracanes de vientos; lluvia andante semiparalela
y en todo el monte funerales alegres, naturales, de hojas muertas.

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Y yo no he muerto.

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Me alegro de la lluvia y me alegro del viento.
Si tengo frío, me caliento;
si tengo miedo, (¡que no lo tengo!), susurro y pienso.
Y para mañana ya me he comido mi pequeña ración de esperanza

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Roberto Iniesta (Poesía Básica)

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lunes, 7 de diciembre de 2009

De facto


Incluso en mis horas más bajas, siento las palabras burbujeando dentro de mí. Tengo que volcarlas sobre el papel, o se apodera de mi algo peor que la muerte. Palabras. No como algo valioso, sino como algo necesario. Sin embargo, cuando empiezo a dudar de mi capacidad para trabajar con palabras, sencillamente leo a otro escritor y entonces sé que no tengo de qué preocuparme. Compito solamente contra mí mismo por hacerlo bien, con autoridad y fuerza, con placer y riesgo.
Charles Bukowsky (Factotum)

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Así hablé

Es necesario llevar en sí mismo un caos para poner en el mundo una estrella danzante.
Nietzsche

Ideario

Me da vértigo el punto muerto
y la marcha atrás,
vivir en los atascos,
los frenos automáticos y el olor a gasoil.

Me angustia el cruce de miradas
la doble dirección de las palabras
y el obsceno guiñar de los semáforos.

Me da pena la vida, los cambios de sentido,
las señales de stop y los pasos perdidos.
Me agobian las medianas,
las frases que están hechas,
los que nunca saludan y los malos profetas.

Me fatigan los dioses bajados del Olimpo
a conquistar la Tierra
y los necios de espíritu.

Me entristecen quienes me venden clines
en los pasos de cebra,
los que enferman de cáncer
y los que sólo son simples marionetas.

Me aplasta la hermosura
de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barras,
el baile de etiquetas.

Me arruinan las prisas y las faltas de estilo,
el paso obligatorio, las tardes de domingo
y hasta la línea recta.

Me enervan los que no tienen dudas
y aquellos que se aferran
a sus ideales sobre los de cualquiera.

Me cansa tanto tráfico
y tanto sinsentido,
parado frente al mar mientras que el mundo gira

Francisco María Ortega Palomares

El viaje íntimo de la locura