Poeta y basura

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“En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que solo espera que regrese la vida”.

domingo, 27 de diciembre de 2009

La sombra del hombre

A mi amigo Gabriel,
que sabía que la poesía es un piano,
pero ignoraba la tristeza de los mancos.
Es una sombra, solo una sombra.
Negra esclava que me acompaña, siempre.
Una extraña a popa.
Peculiar ente, atado a suelas, indiferente a lo existente.
Mírola, mírame. ¿Quién eres?
Me desconcierta su tez pigmentada con toda la gama gris.
Destilas soledad, soledad honda.
En recovecos de estriadas piedras te cobijas para huir,
camuflada con sombrero en umbral ensombrecido rogando dispensa para morir.
Mas la sombra no halla escondite, siendo yo el dictador de sus tiempos existenciales.
Esposada a mis pies, condenada a vagar por melancólicas calles.
Una sombra solo, solo una sombra.
Arresto eterno. Cólico de destierro.
Descóseme ya y deja que pulule libre.
Firmado, la sombra del hombre
Nítsuga Sotso Anibor

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