Poeta y basura

a

“En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que solo espera que regrese la vida”.

viernes, 6 de enero de 2012

Lento magma

Como el fuego, como volcanes heridos,
desde los riscos de otros cielos
o más allá de luz robada,
aleteó tres veces el jaloque adormecido.
Pregonando cabelleras de falso terciopelo,
trajo el ponto su secreto azul
aquel día en que rabió la niebla.
Por cada camino blanco, cada senda negra,
hay mil rufianes de daga carmesí
y dragones que atesoran ébano.
El rumor constante, pasajero, –quizás dudo–,
cosido en piruetas navajeras,
fue semejante al despertar frío.
Por eso, con el rostro huidizo, errante,
huye toda estrella de su reflejo esquivo;
así, suelen cantar y correr, correr y festejar
las vidas en las que ya no vivo.


Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados

2 comentarios:

  1. Interesante forma y más interesante final.
    Me gusta mucho, Agustín.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. ¿Un heterónimo? Ja. Señor Sotso, es una cascada esta poesía, aunque su barroquismo me deja KO. Por eso, los versos que más amo son los dos últimos.
    Saludos.

    ResponderEliminar

¡Vomita lo que pienses!

El viaje íntimo de la locura