Es curioso cómo un poeta puede llegar a cogerle cariño a escritos que, aunque para otros puedan resultar indiferentes, si han sido arracandos del pecho en determinadas situaciones acaban encerrando un encanto que los hace únicos. Pues bien, los versos que a continuación comparto los escribí la noche del miércoles 10 de noviembre en un tren nocturno de la antigua U.R.S.S. procedente de San Petersburgo con destino a Moscú. Fue una situación muy extraña pero una buena experiencia porque me sentí abrazado en la Madre Rusia y sonreído por el destino. No lo digo gratuitamente: esa noche hubo partido entre el Dínamo moscovita y el Zenit local y la estación se encontraba plagada de enaltecidos hooligans por doquier (es preciso señalar que un español medio morenito, a sus ojos, es un caucásico en toda regla Y LOS ODIAN). Pues bien, había una chica rusa que no paraba de mirarme y me hacía sentir bastante incómodo y he aquí la historia. Si consigo que, al leer, imágenes situacionales se precipiten contra vuestra imaginación, habré logrado mi objetivo.
Bebe té y me mira.
La ciudad a lo lejos y,
en medio de la oscuridad,
da forma a los marchitos campos
el agónico rechinar del ferrocarril
que a las gélidas vías mastica.
Bebe té y me mira. Dubitativa.
Más que lo rancio de las sábanas
es por mi piel canela recelo lo que huelo.
Afuera: la vida. Cruel. Compañera. Impía.
Retumban en mis oídos los gritos de la tierra estriada:
gime y llora, moribunda.
Bebe té y me mira.
Humedece sus labios y el mío rostro escruta.
El expreso se abre paso
por los predios expropiados de algún bolchevique quejica
que sin estepas se ha quedado.
A repensados sorbos, bebe té y me mira.
El tren atraviesa sombras que se ciernen
sobre un todo insondable e infinito,
acuchillando fielmente como acostumbra
la negrura impuesta por un sol maldito.
Bebe té y me mira, inquieta.
Cae el silencio y el ronquido de los gordos
hacen que en las penumbras del vagón
las tenues luces titilen.
Bebe té y me mira, sin pausa.
En las ventanas, macabro sonríe el frío,
consciente de que el día que como él estemos se ha escrito ya.
Pues no se ven estrellas, mamá:
un ejército de nubes las flanquea.
Termina su té y pregunta:
- ¿Eres español?
- ¿Yo? Oriundo de Llerena.
Bebe té y me mira.
La ciudad a lo lejos y,
en medio de la oscuridad,
da forma a los marchitos campos
el agónico rechinar del ferrocarril
que a las gélidas vías mastica.
Bebe té y me mira. Dubitativa.
Más que lo rancio de las sábanas
es por mi piel canela recelo lo que huelo.
Afuera: la vida. Cruel. Compañera. Impía.
Retumban en mis oídos los gritos de la tierra estriada:
gime y llora, moribunda.
Bebe té y me mira.
Humedece sus labios y el mío rostro escruta.
El expreso se abre paso
por los predios expropiados de algún bolchevique quejica
que sin estepas se ha quedado.
A repensados sorbos, bebe té y me mira.
El tren atraviesa sombras que se ciernen
sobre un todo insondable e infinito,
acuchillando fielmente como acostumbra
la negrura impuesta por un sol maldito.
Bebe té y me mira, inquieta.
Cae el silencio y el ronquido de los gordos
hacen que en las penumbras del vagón
las tenues luces titilen.
Bebe té y me mira, sin pausa.
En las ventanas, macabro sonríe el frío,
consciente de que el día que como él estemos se ha escrito ya.
Pues no se ven estrellas, mamá:
un ejército de nubes las flanquea.
Termina su té y pregunta:
- ¿Eres español?
- ¿Yo? Oriundo de Llerena.
Nítsuga Sotso Anibor
(© Todos los derechos reservados)
(© Todos los derechos reservados)
Ahi va mi votimillo, jajajajja. Es muy bueno, como siempre,te quedas como con ganas de más. :).
ResponderEliminarBuen poema, el texto previo ayuda y lo sitúa, que a veces escribimos sin que los referentes queden claros, como si estuviéramos solos en el mundo.
ResponderEliminar"Afuera: la vida. Cruel. Compañera. Impía.
Retumban en mis oídos los gritos de la tierra estriada:
gime y llora, moribunda."
Estos tres versos me han gustado muchísimo. ¿Sabes? Podría ser la URSS, podría ser Bangkok o pudiera ser cualquier rincón del planeta.
es alucinante como en unos cuantos versos, eres capaz de reflejar la atmosfera asfixiante de ese tren, ese viaje rodeado de tensión que nos trasmitiste magistralmente
ResponderEliminarsalu2
Muchas gracias por seguir.
ResponderEliminarMe encantó la peli del Expreso de Media noche. Violenta. No idéntica a la historia real, pero muy buena, como buenos son tus versos. Me gustaron tus imágenes y la pieza que pusiste para acompañar. También me gustó el título de tu blog y la música que tienes puesta en la radiolina. Ta guai! Tu blog es para volver.
Un beso,
Andri
Hey, que la autobiografía es auténtica. El otro día firmé así en no me cuardo qué blog. Pues, resulta que en un libro que tengo de cuentos breves, está. Muy buin!!!
ResponderEliminarJajaja qué vomitina más suculenta María, ¡echa un poco más la próxima vez!
ResponderEliminarSí, Igor, bien podría ser uno de miles de trenes que atraviesan silenciosos noches cada día. Solos. Autistas. Emitiendo ruidos a los que los habitantes circundantes ya están acostumbrados y desaprencian.
ResponderEliminarCelebro que te haya gustado leamsi, ¡vendrán más!
ResponderEliminarLas gracias son recíprocas, Alba, gratamente me sorprende que conozcas el filme. ¡Viva la cinefilia! La radiolina y las imágenes estarán siempre aquí.
ResponderEliminarSaludos!
Allí odian a los caucásicos, en Barcelona a los madrileños.¿Pero es que no hemos aprendido nada de la famosa frase de los hippies " Haz el amor y no el cabrón"?. Que no te quepa la menor duda Agustín, que dios creó al hombre en plena resaca... y con retortijones.
ResponderEliminarComo decía Igor, nos situas con tu prólogo en el lugar y en el momento exacto del suceso(no vayamos a pensar que estas en una tetería de la estación), y puestos a pedir, se agradecería la inserción de asteriscos en las estrofas para reseñar y aclarar, como hacia Borges en su Ficciones.
Tras una encuesta masiva de blogueros, con un margen de error del 99%, se reclama de nuevo la presencia de O`Funkillo, es un placer rular buena música española.
Por cierto, se me olvidaba con tanto rollo, tu poesía está llena de imagenes muy especiales, y de música.
Saludos Agustín.
Estuvo a la altura tu comentario Steppenwolf, como no podía ser menos. Yo creo que el fallo estuvo en dotar al ser humano de demasiada inteligencia porque, si fuésemos más tontos, nos contentaríamos con saciar las necesidades básicas sin entrar a perder el tiempo odiando así.
ResponderEliminarJajaja, pondré en unos días en su trono a los sevillanos funkeros, pues ya veo que Manu Chao, igual con cantar de vez en cuando en catalán y francés, no te resulta demasiado español.
Gracias por la última reseña, ¡plasmar trato!
Saludos
Saludos Agustín, no quiero arruinar lo interesante de tus entradas y comentarios pero no vi otro medio por el cual comunicarme contigo. Me envías una dirección de correo donde escribirte para aclarar el inconveniente. Y por cierto, buen post.
ResponderEliminarUn abrazo
Pensaba que estaba prohibido escribir cómo lo haces tú y no cobrarme por leerte.
ResponderEliminarMientras la SGAE no se meta de por medio se me puede leer cuando se guste.
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