Voy a engañar a Dios para que crea, que mi reloj de arena se ha agotado, y es hora de morir e ir a tu lado, mientras mi voz tu nombre deletrea.
Voy a engañar al rey de la marea, para que ponga en mi ojos de ahogado y azote mi velero acantilado, hundiéndolo y la vida no lo vea. La muerte con los vivos no bromea, la voy a hacer reír a ojos hinchados, y alegre me dirá cómo rodea tu cuerpo con su línea de soldados.
Hoy que el ayer me llama derrotado, no siento ni el gemido, ni la herida. Todo me huele a tierra prometida al no encontrar las trampas del pasado. Hoy que el dolor ya ha muerto y acabado, parece que se va de despedida, juega mi alma y ríe sorprendida, sabiendo que ya todo ha terminado.
Hoy alza al fin mi corazón su vuelo con otro amanecer en la mirada, contra la eternidad hoy me rebelo, sereno ya mi paz recomenzada, olvidará batalla en campo, duelo, y hasta tu propia voz queda olvidada.
Olvido, tan caníbal me has mirado, que me he vuelto inmortal por devorarte, yo no nací dolor para saciarte y hambriento estás mirando mi costado. En unos sueños muertos me has buscado y yo andaba allí ni en otra parte vas a buscar dolor hasta cansarte y al fin comprenderás que te he enterrado.
Dile al odio dolor si ha señalado mi cuello cada noche como antes,
dile que sigo vivo, que ha fallado, que ahora tengo la piel de los gigantes y hazle saber dolor que me he marchado a la muerte a vivir con contrincantes.
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Black Bee (8ª introducción)
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