Cabalgando a ciegas –desbocado–
las horas que me acechan,
llegué a la cabaña del chamán.
“Has de seguir, hijo mío, la senda del águila
y sólo si tu corazón es de seda
atisbarás la huella del sol
cuando su mirar abrasa”.
Desconcertado,
me encaminé a los abruptos riscos de la región
y allí, desde lo alto, decidí saltar en busca del vuelo
que se repetía en mis sueños.
Nítsuga
Sotso Anibor ©
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Poeta y basura
a
“En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que solo espera que regrese la vida”.
Así me siento yo, a veces. Desbocado y sin dirección. Desconcertado.
ResponderEliminarEs un poema que llega. Ahí está el poeta y quienes le leen.
¿Será una casualidad? Estoy leyendo los poemas de Ted Hughes, El Azor en el Páramo.
Si no los conoces, te podrían interesar. El hombre enfrentado al viento, a los elementos. El chamanismo en forma de cuervo, en forma de zorro que entra en la habitación del desbocado joven poeta que no sabe como plasmar.
Los sueños. Que importantes son. Kurosawa lo sabía.
En tu vuelo desconcertado soy esa golondrina que pasa a ras de suelo.
Un abrazo.
Gracias por el comentario, Igor, pues siempre es de buen provecho que vomites tus pensamientos en mi cajón de palabras y telas viejas.
EliminarYo cada vez creo menos en las casualidades y me inclino más por la teoría que afirma que todo lo que acaece en el mundo lo trama la persona que se esconde tras el mullido cuerpo de Isabel II de Inglaterra.
Enseguida busco el poemario que mencionas (¡solo el nombre ya embelesa!).
Un abrazo.