Sospecho centinelas de bravas aguas,
aventuro ascuas de fuegos rebeldes
danzando al descompás del ondulado crepitar
donde se pinchan conversaciones a ígneos susurros.
Expreso el desazón y la rabia
que dan de comer a borbotones de saliva.
¡Homicida perdido en el siglo! Eres preso.
Ni loco ni imprudente ante la presencia guripa,
corazón urbano añora pasados tiempos pueblerinos.
Camino del Trocadero, le tiran monedas al pasar
a sus dueños gladiadores que de Capua han huido.
Mansos guardias del infinito roncan con despertar ornatos
en un mundo huelguista de eco,
hartos de cuevas percusionistas y pechos peludos.
Vigías desesperados, desvelados, somnolientos.
Vigías despabilados, desaliñados, coléricos.
Vigías descafeinados, despeinados, atentos.
A ti esperan ver bailar descalzo un último chotis en la hoguera.
Adelante.
aventuro ascuas de fuegos rebeldes
danzando al descompás del ondulado crepitar
donde se pinchan conversaciones a ígneos susurros.
Expreso el desazón y la rabia
que dan de comer a borbotones de saliva.
¡Homicida perdido en el siglo! Eres preso.
Ni loco ni imprudente ante la presencia guripa,
corazón urbano añora pasados tiempos pueblerinos.
Camino del Trocadero, le tiran monedas al pasar
a sus dueños gladiadores que de Capua han huido.
Mansos guardias del infinito roncan con despertar ornatos
en un mundo huelguista de eco,
hartos de cuevas percusionistas y pechos peludos.
Vigías desesperados, desvelados, somnolientos.
Vigías despabilados, desaliñados, coléricos.
Vigías descafeinados, despeinados, atentos.
A ti esperan ver bailar descalzo un último chotis en la hoguera.
Adelante.
Nítsuga Sotso Anibor