Desosegadas pero vehementes,
van a dar, nacidas en la Catarata del Ojo Húmedo,
lágrimas de zafiro sobre un paraguas negro.
Quisiera la nota viajar en botella,
rebelarse el águila de orgullo dolorido
o reflorecer los caminos levantados.
Queda mudo cada pie
cuando todos los espantapájaros
violan el aire con misereres; ciegos
los ojos de cada esquina.
Y yo
sucumbo —como el fracaso
de un chiste, como un sombrero
rasgueado— al descomponer
las teselas de lo oscuro.
No diré que no lloréis,
¿acaso se le puede pedir a
la sangre que no hierva?
Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados
Iba a preguntar si se le puede pedir a la lluvia que nos nos moja, pero me di cuenta de que el paraguas ya se encargaba de eso.
ResponderEliminarSi hierve mucho, puede acabar evaporandose..
Saludos
Creo que es uno de los que más me ha gustado, de todos. Es como esos que en tu libro marcaba con una x.
ResponderEliminar"reflorecer los caminos levantados"
"ciegos
los ojos de cada esquina."
"al descomponer
las teselas de lo oscuro."
"No diré que no lloréis,
¿acaso se le puede pedir a
la sangre que no hierva?"
Sin palabras me hallo.
Muy bonito.
ResponderEliminarUn beso.