Este cortometraje es perfecto desde todos los puntos de vista. Se trata de una idea original de Julio Medem y una dirección innmejorable de Daniel Sánchez Arévalo, logrando planos que saben a rosas frescas (cuánto juego dan la grúa y el carril... ¡y qué caros son joder!); el sonido se acopla a la perfección; la actuación está también muy conseguida (la voz grave del protagonista embelesa desde el primer momento) y el montaje no tiene un resquicio de mala crítica. Tan solo no me terminan de cuadrar los exteriores en color por la ventana mientras el interior se deja en blanco y negro... Por cierto, ¿cuál creéis que es el final? Jajaja no sé si comprendí :)