Cerróse en ciernes el firmamento
por la migración de estrellas:
¿palpó la marcha? ¿Susurró la boca?
Con así, solas las calles, caliente
la espera, nadie se atrevía
a preguntar.
Ya se saben las historias
recelosas de secretos…
¡amén a tanta prisa! ¡Voz
atada! ¡Cólera naciente!
¡Verdugo hastío! ¡Desidia —¿dónde
estás?— ley eres! Y, al final, suave…
suave brisa.
Pequeño, exiguo pozo de deseos:
¿qué lo es todo y nada es?
Rota, confusa, ¡oh preciosa vorágine
de lamentos! Lava mis heridas,
sécalas al viento.
Una, dos, tres…
infinitas, testarudas olas
acarician lo que no tienen:
eterno abrazo, patria propia.
Dime, ¿confía el desierto más desierto
en la bondad de la tormenta?
Reloj apuñalado,
horas muertas.
Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados
Me quedo con el Reloj apuñalado, horas muertas. ;)
ResponderEliminarInteresante tu selección musical de la radiolina! xD
Besos.
"Una, dos, tres…
ResponderEliminarinfinitas, testarudas olas
acarician lo que no tienen:
eterno abrazo, patria propia.
Dime, ¿confía el desierto más desierto
en la bondad de la tormenta?"
Muy bueno el cronocidio.
Todo tuyo, chico tormentoso.
ResponderEliminarMuy intenso...
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida.
Un saludo coleguita.
EL desierto deberia pensarselo mas veces, la tormenta no tiene bondad..
ResponderEliminarSalud-os