Cada orquídea se parece a un determinado insecto, así que el insecto se siente atraído por esa flor, su doble, su alma gemela. Y no hay un anhelo mayor para él que hacerle el amor. Cuando el insecto se aleja, divisa otra flor alma gemela y le hace el amor, polemizándolo y ni la flor ni el insecto entenderán jamás el significado de este acto de amor pero, ¿cómo van a saber ellos que gracias a su danza el mundo sigue girando? Y así es, con el simple hecho de hacer lo que están llamados a hacer ocurre algo grande y magnífico. En ese sentido nos enseñan a vivir, nos enseñan que el único barómetro que tenemos es el corazón, que cuando descubras tu flor no puedes dejar que nada te aparte de ella.
El ladrón de orquídeas
Que envidia dan insectos y orquídeas, con su sabiduría inconsciente insertada en su código, aleteando sin pensar en nada más, que no sea encontrar esa alma gemela, que muchas veces se nos escapa, lejos, lejos.
ResponderEliminarUn saludo.
Acabas de completar la entrada.
ResponderEliminarEs de Nicolas Cage, el guión de la película es atípico, no llega el punto inalcanzable de Nicole Kidman en Dogville (la cual te recomiendo encarecidamente), pero merece la pena invertir un par de horas en ella.
Un saludo