Cabalgando a ciegas –desbocado–
las horas que me acechan,
llegué a la cabaña del chamán.
“Has de seguir, hijo mío, la senda del águila
y sólo si tu corazón es de seda
atisbarás la huella del sol
cuando su mirar abrasa”.
Desconcertado,
me encaminé a los abruptos riscos de la región
y allí, desde lo alto, decidí saltar en busca del vuelo
que se repetía en mis sueños.
Nítsuga
Sotso Anibor ©
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Así me siento yo, a veces. Desbocado y sin dirección. Desconcertado.
ResponderEliminarEs un poema que llega. Ahí está el poeta y quienes le leen.
¿Será una casualidad? Estoy leyendo los poemas de Ted Hughes, El Azor en el Páramo.
Si no los conoces, te podrían interesar. El hombre enfrentado al viento, a los elementos. El chamanismo en forma de cuervo, en forma de zorro que entra en la habitación del desbocado joven poeta que no sabe como plasmar.
Los sueños. Que importantes son. Kurosawa lo sabía.
En tu vuelo desconcertado soy esa golondrina que pasa a ras de suelo.
Un abrazo.
Gracias por el comentario, Igor, pues siempre es de buen provecho que vomites tus pensamientos en mi cajón de palabras y telas viejas.
EliminarYo cada vez creo menos en las casualidades y me inclino más por la teoría que afirma que todo lo que acaece en el mundo lo trama la persona que se esconde tras el mullido cuerpo de Isabel II de Inglaterra.
Enseguida busco el poemario que mencionas (¡solo el nombre ya embelesa!).
Un abrazo.