Caminantes de arena: levantaos y andad
pues están por despertar los gigantes
de cada silencio.
Reyes del desierto, por donde
arden las palmeras, guardad
los senos de las dunas.
¡Oh, aurora nueva! ¿Qué será de mí mañana?
Qué de las olas muertas y
las no natas. Abriránse los océanos
entregándose puros al estrellato
y nacerán besos, sí, miles de besos
que robarán al mar el mar
y al cielo su secreto.
¡Cabalga conmigo rumbo al amanecer!
Rojas, fulgurantes las crines
de la vida para que,
en la fría luz del día,
nos atrevamos a pisar
el jardín sagrado.
Podré calentar la espada
con el labio pero,
igual que se queja la azada
del terreno ingrato,
riegan los años las asperezas
del pasado. ¿No me oís?
¡Siembro mi voz en vuestros campos!
Y nada recojo, nada.
Oh, ¡voz dormida!
Qué será de los oídos ahogados;
qué de ti, qué de mí… qué.
Nítsuga Sotso Anibor © Todos los derechos reservados
Robarle al mar el mar, la mar.
ResponderEliminarY calentarlo con el labio.
Genial.
Si que recoges! Mi aplauso. Fabuloso!
ResponderEliminarBesos.
Encaramado en un cerro, como un romántico, me interrogo sobre el futuro. ¿Somos hombres de arena? Por futiles, efímeros.
ResponderEliminar¿Estás seguro que los años pulen las asperezas o acaso las entierran? Ah..... Nada en los campos, la siembra es un desastre, la primavera una quimera y el frío ya está aquí. El hielo nos ahogará.
Qué de ti, Agustín. Agarrate fuerte al mástil, que la tempestad arrecia. ¿Sobrevivir? ¡Sí, señor, sí!!!
lovely music on your blog :)
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